El conserje rockstar: Capítulo 4



Capítulo 4: Cuartos de limpieza


¡Le gustaba! Era cierto que con una segunda guitarra y cambiando algunas notas, conseguía hacer una canción más movida y comercial que quizá… a su representante también le gustase para publicarla en algún álbum.
-        ¿Dónde aprendiste a tocar? – preguntó Naruto aunque no obtuvo respuesta alguna - ¿Estás ahí?
Se levantó de la silla enseguida, llevando aún consigo la guitarra colgada y se decidió por entrar en la cabina. Por un segundo, su mano dudó en el pomo de la puerta. Quizá era tímido ese chico, puede que no quisiera que nadie le viera tocar o supieran de él, no estaba seguro, al fin y al cabo, no le había dado la cara. Casi estaba convencido de que era el mismo chico que había salido corriendo segundos antes. Finalmente, abrió la puerta para darse cuenta de que no había nadie.
-        ¿Por qué siempre acabas huyendo? – sonrió Naruto – tenemos un diamante en bruto en esta academia y ni siquiera das la cara.
La puerta de la cabina que daba al pasillo estaba cerrada, pero no fue eso lo que llamó su atención, sino la nota que había clavada con una chincheta en ella. Sólo era un papel en blanco. Lo tomó entre sus manos, dispuesto a ver de qué se trataba. ¡Las notas que él había tocado para su canción!
-        ¿En serio? – se preguntó – y me lo regalas así sin más. ¿Es que no sabes quién soy ni lo que podría hacer por ti?
No creía que su representante quisiera contratar un nuevo guitarrista para el grupo, evidentemente sólo buscaban al vocalista, pero… quizá sí le interesase ese chico para cualquier otro grupo. Podría ser alguien famoso y lo único que hacía era huir. No entendía el motivo.
***
-        Brillante – comentaba Neji al ver la partitura que Naruto le había dejado leer – simplemente brillante. ¿En cuánto has dicho que lo compuso?
-        Sólo me escuchó tocar una vez – comentó Naruto.
-        Increíble, hay notas aquí que hasta a mí me costaría tocar, pero si practico un poco, creo que puedo hacer el dúo contigo, ser tu segunda guitarra si te interesa de verdad sacar esta canción.
-        ¿De verdad? ¿Lo harías?
-        Claro, eres mi compañero, déjame que estudie esto, ¿vale? Hay notas complicadas y… estos armónicos que ha tocado…
-        Lo sé – dijo Naruto con una sonrisa.
-        Deberías dar con él, tiene talento.
-        Es escurridizo – sonrió el rubio – pero voy a intentarlo.
-        Recuerda que las primeras audiciones empiezan en unas horas en el salón principal. Te esperaremos allí.
-        Sí, allí estaré. Me han pedido que dé una clase de guitarra ahora en un rato. Lo que pasa es que no encuentro el aula.
-        Eres un desastre para orientarte – sonrió Neji – déjame ver.
Neji le dio las explicaciones necesarias según el mapa del pasillo y, aun así, Naruto se perdió en aquel laberinto de escaleras. Era cierto que siempre había sido un poco despistado, pero esa construcción le estaba volviendo loco. Todo parecía igual.
Caminaba por el pasillo de la primera planta sin éxito alguno. Por suerte, todo estaba muy tranquilo por ahora, los estudiantes seguían en sus clases y eso le daba cierto margen para poder caminar con libertad sin tener a los locos fans detrás de él. Una gran sonrisa surcó su rostro al ver finalmente a alguien al final del pasillo al que poder preguntar.
-        Perdona, ¿podrías indicarme el aula 204?
-        Vaya, pero si es el que me encierra en los cuartos de limpieza – sonrió Sasuke volviendo a fijar su vista en la fregona.
-        Eres tú… - dijo desilusionado Naruto – el que me confunde con un estudiante. ¿Es que no lees revistas o qué?
-        No tengo tiempo para los ídolos adolescentes – sonrió – tengo cosas más importantes que hacer.
-        ¿Como fregar el suelo? – preguntó con cierta arrogancia, lo que no le hizo mucha gracia a ese moreno.
-        Idiota prepotente.
¡Por eso odiaba a los artistas! A la gran mayoría se les subía la fama a la cabeza y acababan convirtiéndose en unos idiotas al completo. Intentó pasar de él, seguir fregando, pero la sirena sonó y las puertas de las aulas empezaron a abrirse, llenando toda la academia con las voces de los estudiantes.
-        Mierda – susurró Naruto.
-        Yo de ti me escondía, artista de pacotilla – sonrió Sasuke con diversión esperando a que todos arrollasen a Naruto y se lo llevasen de allí.
Lo único que sintió Sasuke fue cómo le empujaban a él y lo arrastraban prácticamente hacia la puerta de la derecha, encerrándole nuevamente en el cuarto de la limpieza junto a todas las escobas y fregonas.
-        ¿En serio? – preguntó Sasuke hacia ese rubio que intentaba ocultarse - ¿Por qué tengo que esconderme yo contigo?
-        Eres mi guía en esta academia. Tienes que llevarme al aula 206.
-        La 204 – le corrigió Sasuke.
-        ¿Qué?
-        Me dijiste que buscabas la 204. ¿Cómo se te puede haber olvidado ya?
Naruto quiso contestarle, pero cuando Sasuke levantó la mano para buscar el cordón que colgaba del techo y dar la luz, se fijó en aquellas tiritas en sus dedos y el ligero gesto de dolor que hizo cuando apretó la cuerda y tiró de ella. No quería decir nada al respecto pero… no podía evitarlo, esas señales eran inconfundibles para él. Aún recordaba de niño cómo su madre le ponía esas tiritas con dibujitos cuando le dolían los dedos por el roce de las cuerdas. En aquel entonces no estaban acostumbrados y no usaba plumilla.
-        ¿Tocas la guitarra?
-        ¿A qué viene eso?
-        Es que… tus dedos – indicó Naruto – y la guitarra que llevabas esta mañana.
-        Era de mi padre – dijo sin más – yo no toco. La traía de arreglar.
-        Mientes. Yo también sufría con las cuerdas al principio cuando no usaba la púa. Recuerdo que mi madre me sumergía los dedos en vinagre de sidra para calmar la punta de mis dedos.
-        Eres muy pesado – dijo Sasuke sin más – me quemé limpiando un fogón de la cocina. Además… no debería darte explicaciones.
No podría decir si aquello era verdad o mentira. Le gustaría pensar que era por la guitarra pero… su excusa era bastante convincente también. Además… ¿Por qué un conserje que fregaba suelos tocaría la guitarra en una escuela de arte? Seguramente él estaba en lo cierto, sólo la habría traído de repararla como un recuerdo de su padre.
Por algún extraño motivo, estar en aquel cuarto de limpieza con ese chico, le gustaba. Era cierto que era un poco desagradable a veces, pero él tampoco se lo estaba poniendo fácil, aun así y pese al olor a químico, podía percibir en el aire otro olor y sabía que era por su cercanía al joven en ese minúsculo cuarto. Olía a cítricos, lo que le recordaba a su padre. Cuando volvía a casa tras sus largas misiones en el ejército, siempre le traía naranjas, mandarinas o cualquier otra fruta. Quizá por eso su padre siempre olía a cítrico o él lo relacionase sin darse cuenta a ello.
-        Creo que ya se han ido – aclaró Sasuke al sentir ese tenso ambiente y el silencio en el que se habían quedado – debería volver al trabajo.
Sasuke iba a salir cuando sus piernas se desequilibraron y tuvo que apoyar la espalda contra la pared de nuevo, dejando que todo su cuerpo se contrajese por la tos repentina que apareció.
-        ¿Estás bien? – preguntó Naruto.
-        Sí, es sólo tos. Estaré pillando un resfriado.
-        Deberías tener cuidado con los aires acondicionados en estas fechas.
-        ¿No me digas? – preguntó Sasuke – yo no tengo aire acondicionado en mi cuarto, tranquilo.
-        Vale… llévame al aula 208.
-        204 – le repitió Sasuke – y no me des órdenes o no te acompaño.
Naruto permaneció en silencio, era mejor callarse a que decidiera no acercarle al aula y acabase perdido de nuevo. Sasuke abrió la puerta viendo que ya todo el mundo había regresado a sus clases, seguramente ese aula estaría esperando a Naruto para alguna clase especial de guitarra.
-        ¿Vas a enseñarles tú? – preguntó Sasuke comenzando a subir los primeros peldaños.
-        Los profesores me han pedido que les enseñe algo, pero la verdad… es que estoy un poco cansado de que siempre me pidan enseñarles mi famoso movimiento de “Do sostenido menor con la novena añadida”, o bueno… la combinación que hago con él – sonrió algo defraudado.
-        Deberías enseñarles lo que tú quieras y no lo que ellos te pidan. Tú inventaste tu combinación, creo que es como tu firma, no deberían intentar imitarla, sino inventar su propia combinación. Lo mejor de la música… es crear algo tuyo – sonrió.
-        Así que sí tocas – susurró Naruto para sí mismo, dándose cuenta de que tenía razón en algo, aunque era posible que fuera tan malo que no quisiera que nadie le escuchase, por eso mentía con lo de que no tocaba.
Observó cómo el moreno se giraba hacia él, casi como si hubiera escuchado su murmullo aunque no creyó que hubiera escuchado sus palabras, sin embargo, no pudo decir nada cuando apareció el director de la academia frente a ambos.
-        ¿Sasuke? ¿Qué haces tú aquí? Creí haberte pedido limpiar todo el piso de abajo y encerar el suelo.
-        Tenías a alguien perdido por ahí – dijo Sasuke sin más.
-        Lo siento, le he hecho perder tiempo. Es mi culpa – intentó calmar el ambiente Naruto.
-        Por supuesto, le diré a mi hijo que te dé un tour por la academia cuando acabe la clase. “Aus” – le dijo a Sasuke como si fuera un perro, lo que hizo que frunciera el ceño enfadado.
Sasuke resopló, pero dio media vuelta y decidió marcharse. Era mejor que estar soportando a Orochimaru o a su hijo. Con volver a su trabajo y poder practicar luego un poco en su “habitación” le sobraba. En cuanto Naruto entró por el aula y la puerta se cerró, Orochimaru aprovechó para ir hacia Sasuke y cogerle del brazo para girarle.
-        ¿Cómo se te ocurre acercarte a Naruto?
-        Yo no me he acercado, es él quien me ha pedido ayuda. ¿Qué quieres que haga?
-        No te acerques a él. ¿Y si descubre que cantas?
-        Pues tendrás un problema – sonrió Sasuke.
-        Te recuerdo que tu hermano está en juego. ¿Quieres que dé parte de lo que hicisteis?
-        No – le aclaró Sasuke frustrado.
-        Pues sigue cantando y componiendo para nosotros y todo estará bien. Ésta es una gran oportunidad para Kabuto de hacerse con el puesto en su banda.
-        ¿Y qué harás cuando lo consiga? ¿Cantaré yo desde un camerino porque él no sabe cantar? – preguntó Sasuke divertido.
-        Ya me las arreglaré, tú sigue grabando las canciones. Es lo único que te interesa saber. Eres el conserje, largo de aquí, vete a fregar los suelos.
¡Estupendo! Simplemente ésa era la palabra que le venía a Sasuke. Ahora debería alejarse de un chico que no le interesaba en lo más mínimo y encima… seguir regalándole sus canciones a ese par de de inútiles. ¡Todo fuera por su hermano! Al fin y al cabo, la música para él hacía mucho tiempo que había dejado de ser una opción.
Volvió a colgarse los cascos de música sobre la cabeza y continuó fregando el suelo, hasta que su hermano apartó los cascos para poder hablar con él.
-        Mira lo que tengo – sonrió.
-        ¿Un catálogo de viajes? – preguntó Sasuke con una sonrisa - ¿Y eso?
-        He pensado que podríamos irnos… no sé. ¿Dónde quieres vivir?
-        ¿En serio, Itachi? ¿Con qué dinero y a dónde?
-        No lo sé, pero será mejor que quedarnos aquí.
-        Estás huyendo por lo que hiciste y ya te dije que dejes de preocuparte por eso.
-        No me fío de ellos. ¿Y si quieren denunciarme?
-        No lo harán.
-        ¿Cómo estás tan seguro?
-        Porque el trato era trabajar para ellos unos meses – comentó Sasuke, sin decirle realmente su trato auténtico con esos dos – hagamos esto, librémonos de tu culpa y rehagamos la vida, ¿vale? Ya está.
-        ¿Me culpas? – preguntó Itachi algo decaído.
-        No.
-        Pero estás aquí por mi culpa.
-        Yo decidí acompañarte aquel día, deja de darle vueltas. Lo arreglaremos, como siempre hemos hecho.

El cirujano de la muerte: Capítulo 4



Capítulo 4: Invasión a Marineford.


¡Loco! Así estaba Trafalgar Law, ¡loco de remate! Ésa era la única frase que le venía a la cabeza a Garp al verle caminar con lentitud por la cubierta de su barco, bajar la escalinata y encerrar a todos aquellos marines en su habilidad moviendo sus partes del cuerpo de un lado a otro, uniéndolas en un sin sentido mientras caminaba hacia el interior de la destrozada base.
-        Estás peor que Ace – susurró Garp – te dije que fueras discreto.
-        A mí nadie me da órdenes. ¿Dónde lo tenéis?
-        En el cuarto piso, zona de enfermería, el ala oeste – le comentó – pero ten cuidado con los almirantes, aunque no quedan muchos realmente. Los justos para custodiar a Ace. Es absurdo… ni siquiera está consciente.
-        Ya te dije que voy a llevármelo.
-        Y yo te dije que no podrás.
-        Pasaré por encima de cualquiera que quiera impedírmelo.
-        Tú mismo – le aseguró Garp – te veo en la enfermería. Aunque si no vuelvo a verte… me gustaría saber una cosa.
-        Te dejo una pregunta – sonrió Law – tengo prisa, pero te debo el estar aquí, así que rapidito.
-        ¿Por qué correr tanto riesgo por mi nieto?
-        Él también lo habría hecho por mí.
Empezó a caminar de nuevo con destino a la enfermería. La última vez llegó tarde al combate, pero pudo ver la masacre, comprobó la caída de dos de los mejores piratas del mundo y, desde luego, así muriera allí mismo, era el mejor momento para volver y recuperar a Ace. Aún no se habían recuperado del ataque de la tropa de Barbablanca, también se habían ido la mayoría de los almirantes. ¡Era ahora o nunca! Pero tenía que sacarle como fuera, así tuviera que pelearse con la mitad de los vicealmirantes y algún almirante que quedase.
-        Terco como Ace – susurró Garp desde el barco, escuchando las alarmas sonar para alertar del intruso en la base – no hay remedio. Me voy a la enfermería – comentó hacia sus hombres, quienes preferían no bajar ahora del buque para evitar a Law.
Caminó por la base, deshaciéndose de todos los marines que se cruzaban en su camino. Al principio utilizando su habilidad para asustarles y conseguir que alguno dudase en si atacarle o no, posteriormente, abriéndose camino con la katana. Sin embargo, aquella base era un auténtico laberinto. Garp le había informado de dónde estaba la enfermería, pero por más que caminaba, no conseguía ubicarse. Tampoco creía que unas cenizas pudieran decirle dónde estaba Ace, no hasta que se recuperase un poco más ese chico y la Vivre card se regenerase aunque fuera una punta del papel.
-        Maldita sea, ¿por qué no dejan de salir Marines? – se preguntó a sí mismo antes de dar el mandoble con su katana para quitar del medio al último que había aparecido en su camino.
Cada vez aparecían más y más marines, estaban dispuestos a capturarle, pero él no pensaba rendirse hasta hallar a Ace. Quizá antes habría ido con cuidado, habría pensado las cosas e ideado una estrategia, pero ahora mismo le daba igual absolutamente todo con tal de comprobar el estado de salud de Ace. No tenía tiempo, al menos Ace no lo tenía. Necesitaba un médico y dudaba mucho que hubiera buenos médicos en esa base.
No parecía haber muchos almirantes y eso le alegraba, porque aún no había ideado un plan para poder derrotarlos. Finalmente, al dar la vuelta a uno de los pasillos, encontró ese letrero donde indicaba la enfermería.
-        Por fin – susurró para sí mismo, mostrando una sutil sonrisa pero acelerando el paso para abrir la puerta sin siquiera tocar.
Garp fue el primero que apareció en su rango de visión, pero podía ver la camilla a su espalda, con las piernas de alguien tapadas con una sábana blanca y muchos aparatos que hacían ruidos que él identificó como “estable”.
-        ¿Te has perdido? Ya te dije que deberías haber sido más discreto, podría haberte acercado hasta aquí sin llamar tanto la atención.
-        No me fío de ti.
-        Eso me ha quedado claro – comentó pese a que sus ojos estaban fijos en aquella inmóvil sábana.
Dio un paso, algo más temeroso de lo que se encontraría al rodear a Garp, pero con sus ojos fijos en la camilla. Empezó a ver el torso y las manos. Todavía tenía esas agujas clavadas por las que intentaban mantenerle hidratado.
-        Ace – dejó escapar cuando finalmente sus ojos consiguieron ver la máscara de oxígeno y ese cabello oscuro algo sucio todavía.
Quiso acercarse, pero estaba tan centrado en ese chico que se moría frente a sus ojos, que no se dio cuenta el momento en que todos aquellos marines se le tiraron encima, derribándole al suelo e inmovilizándole las manos dispuestos a ponerle las esposas.
-        Soltadme – se quejó Law observando cómo Garp ni siquiera se dignaba a mirarle, centrado en su nieto y en esos pitidos que las máquinas dejaban escapar.
Antes de llegar allí, tenía muy claro lo que iba a hacer. Entrar a la fuerza si era necesario y llevarse a Ace como fuera.  Ahora entendía las palabras de Garp cuando le dijo que no podría llevárselo. No hablaba de la fuerza militar que se pondría en medio, sino del estado de Ace. Tal y como lo veía, ya desde su distancia y casi besando el suelo, se daba cuenta de que moverlo era matarlo. No podía llevárselo y eso hizo que chasquease los labios en señal de frustración.
-        Maldita sea – se quejó antes de escuchar cómo el sonido de los aparatos cambiaba.
La velocidad y la intensidad de los pitidos era mayor, lo que le indicó que Ace estaba entrando en una crisis. Tenía que hacer algo, más cuando vio a los médicos entrar para tratar de estabilizarle y cómo le pedían a Garp que esperase fuera.
-        Soltadme, maldita sea, vais a matarle – gritó Law, pero nadie le hizo caso.
-        ¿Puedes salvarle? – escuchó un susurro a su lado, la voz de Garp.
-        No voy a dejar que muera.
-        Sabes que no puedes moverlo, ¿verdad?
-        Soy médico, sé muy bien las consecuencias, pero ya te he dicho que no pienso dejar que muera bajo ningún concepto.
-        Soltadle – ordenó Garp.
-        Pero, señor… - se quejaron los marines.
-        Abrid sus esposas y apartaos de Ace. Dadle todo lo que necesite. Ahora – les gritó de nuevo.
-        Quiero un quirófano, ahora mismo – le añadió Law al ver cómo soltaban sus esposas.
Tan pronto como los marines se apartaron de su cuerpo, Law se puso en pie y corrió hasta la camilla, haciéndose hueco entre los médicos y enfermeros y activando su “Room” para evitarle mayores daños a Ace. Al menos mientras estuviera allí, el dolor desaparecería.
-        Vamos, Ace, quédate conmigo, lucha un poco más, voy a sacarte de ésta.
-        Está colapsando, no puede respirar – dijo uno de los médicos – traed un tubo de…
-        Es el pulmón – le añadió Law antes de que siguiera sacando sus conjeturas – se le está encharcando de sangre y no tengo tiempo para abrirle. Preparad el quirófano ahora mismo, necesito saber cómo está por dentro, voy a drenar la sangre de su pulmón, pero sólo es una medida temporal, volverá a encharcarse si no encuentro la causa.
-        Ya le habéis oído, preparad el quirófano – ordenó Garp.
Colocando su mano en el pecho de Ace, sacó en un pequeño cuadrado aquel pulmón encharcado, empezando a mover sus manos para separar la sangre y limpiarlo por completo. Todos estaban sorprendidos al ver aquello. Habían visto a ese hombre atacar, arrancar extremidades, sacar órganos de su cuerpo y mutilarlos, pero jamás pensaron que aquella habilidad podría utilizarse para salvar a alguien. Ahora lo tenían ante sus ojos.
-        No puede ser… sigue respirando – dijo un médico.
-        No va a morir mientras esté en mi habilidad – comentó Law – aquí yo manipulo todo, otra cosa será cuando la desactive. Si no he arreglado el problema que genera esto… entonces morirá.
Uno de los enfermeros llegó corriendo para informarles que el quirófano estaba listo. Algunos de los médicos ya estaban preparados para la intervención, sin embargo, Law no quería a nadie más allí dentro. Así le costase más de veinte horas, prefería estar él solo con Ace y cerciorarse que nadie más le complicaría el trabajo.
-        Voy a ir solo – les comentó.
-        Pero… todo cirujano necesita un ayudante – le comentaron.
-        Con mi habilidad no me hace falta a nadie. Sólo vais a molestarme.
Law movió la camilla, cogiendo de uno de los médicos las placas que le habían hecho con anterioridad y llevándolo al interior del quirófano. Cerró todas las persianas del interior para evitar que pudieran cotillear. Odiaba los fisgones y no quería desconcentrarse en absoluto.
-        ¿Por qué no te regeneras? – se preguntó a sí mismo mientras colocaba las placas en la pantalla de luz, observando aquellos residuos negruzcos adheridos a sus dañados órganos – lava. Maldita sea. ¿Qué hago contigo, Ace? Ahora mismo ni siquiera sé si la “Mera Mera” está activa.
El peor de los miedos estaba presente en aquella sala, porque no podía saber si el fuego de Ace seguiría allí, si podría regenerar todos esos órganos inexistentes en este momento. Podía ver uno de los problemas para que no se regenerase. Los tipo “Logia” como él, tenían la capacidad de regenerarse a sí mismos, ni espadas, ni balas… nada les afectaba por su alto grado de regeneración, sus llamas se activarían y volverían a crear la parte afectada, pero esa lava que tenía dentro estaba impidiendo que su fuego pudiera derretirlo para regenerarse. Sin embargo, tampoco estaba seguro que al quitar toda ella, su habilidad siguiera allí, al fin y al cabo, había muerto y le habían devuelto a la vida. Esos minutos muerto pudo hacer que sus poderes hubieran desaparecido.
Law cogió unos guantes de látex de la mesa frente a él y, tras colocárselos, empezó con la operación. No podía dejar ni un residuo de lava en su interior y eso iba a tardar horas por lo que veía en las radiografías.
¡Sorpresa! Eso fue lo que Law sintió al ver cómo Ace movía los párpados y trataba de abrir los ojos. Entubado como estaba, era imposible que hablase, quizá… hasta pensaba que estaba soñando por las drogas que le estaba metiendo para mantenerle estable y sedado. Era un esfuerzo inútil, porque pronto cerraría de nuevo los ojos para la operación. Law se acercó hasta él, sonriendo y acariciando su cabello, lo que pareció calmar a Ace, tratando de girar su rostro como si no se creyese que Law estaba allí a su lado.
-        Estoy contigo, Ace – le susurró Law – lucha conmigo un poco más, ¿vale? No dejaré que mueras como tú no me dejaste morir a mí. Sé que duele, pero aguanta un poco, por favor, sólo aguanta, voy a sacarte de ésta.
***
El segundero del reloj se movía constantemente, aunque parecía que el minutero no era capaz de continuar su camino. El tiempo pasaba con lentitud. Llevaba catorce horas tras esa puerta, esperando tener noticias de su nieto y sintiéndose culpable por no haberle podido ayudar pese a haber estado allí aquel día. Había interpuesto su trabajo, todo lo que él era en vez de hacer un sacrificio por la familia. Se sentía miserable por aquella decisión.
-        Señor… lleva demasiado tiempo ahí dentro. ¿Y si…?
-        ¿Ha escapado? – preguntó Garp – no lo ha hecho. Sabe muy bien que mover a Ace en ese estado sería su muerte. Que tarde tanto me tranquiliza.
-        Pero, señor… lleva demasiado tiempo y…
-        Eso significa que Ace sigue vivo y aguantando la operación. También parece que ese pirata está haciendo su mayor esfuerzo para soportar su habilidad durante tantas horas y mantenerle con vida. Le preocupa mi nieto, así que estoy tranquilo mientras esté en sus manos.
No fue hasta media hora después, cuando volvieron a acercarse a Garp preocupados por su estado. El chef de la base había preparado algo de comida para él, pero prefirió no moverse. Por suerte para todos sus allegados, la puerta se abrió, dejando ver a un casi desfallecido Law que se tambaleaba ante el cansancio. Su mano golpeó contra el marco de la puerta, sosteniéndose antes de elevar su afilada mirada hacia un Garp que se ponía en pie motivado por la preocupación.
-        Está estable por ahora, he quitado toda la lava de su interior, no queda nada pero… habrá que esperar para saber si la “Mera Mera” va a ser capaz de regenerar todos los órganos que ha perdido. No puedo hacer más por él excepto revisarle todos los días y tratar de mantenerle con vida hasta que sus órganos se regeneren.

Coma profundo: Capítulo 6



Capítulo 6: Mariguana

Miro la luna creciente reflejada en el agua y cómo las nubes viajan por la inmensidad del cielo, ocultándola algunas veces y dejando que la oscuridad me engulla por completo. Por algún motivo, me alegra cuando la nube pasa y puedo volver a ver esa intensa luz reflejando sobre la cristalina agua del estanque. Tumbado sobre el pequeño puente, a veces miro los peces nadando con calma. Ni siquiera sé si ellos son capaces de percibirme. ¿Qué soy? ¿Qué es lo que queda de mí? ¿Soy como energía residual? No estoy muy seguro, pero sí sé que todo ha cambiado y que estoy más solo que nunca.
Uno de los peces Koi nada hacia la superficie, mordisqueando bajo la hoja de una flor de loto. Muevo mi mano hacia el agua, pero la atravieso como me ocurre con todo, sin embargo… el pez se mueve con rapidez, sumergiéndose y alejándose como si me hubiera percibido. Eso me sorprende.
-        ¿No puedes dormir? – escucho a mi espalda la voz de Naruto.
-        Parece que no – sonrío – al parecer en esta forma… ¡ni siquiera sé lo que soy!, no me entra sueño. Desde que desperté así, no he pegado ojo y no parece que tenga intención de caer pronto.
-        Debe ser horrible pasar las noches solo.
-        Bueno… antes perseguía a las enfermeras por el hospital y aprendía algunas cosas interesantes sobre medicina. No tenía nada mejor que hacer.
-        Oye, Sasuke… - me dice antes de sentarse a mi lado, pasando las piernas al otro lado de la barandilla y dejándolas colgando sobre el agua del estanque mientras apoya los brazos en la madera de la barandilla intermedia – tu hermano…
-        No se lo ha tragado.
-        Eso me parecía – sonríe Naruto – durante la cena estuvo muy callado, pero me miraba muy raro.
-        Mis padres no solían estar por casa así que esa excusa tuya del novio puede más o menos colar… pero mi hermano y yo teníamos otra clase de relación, éramos más cercanos y no creo que cuele eso de que tenía novio y no se lo dije.
-        Ya veo – susurra mirando los peces nadando bajo él – tu casa es preciosa y tu madre cocina muy bien. Nunca había comido un Yakitori tan bueno. ¿Crees que les importaría si hiciera unos panes para compensarles por todo esto?
-        Normalmente sólo mi madre utiliza la cocina, no creo que te diga nada. Además, todos están durmiendo. Haz lo que quieras.
Miro de nuevo los peces bajo el puente. Todo parece estar como siempre cuando en realidad… todo se ha vuelto un asco. Estoy atrapado, viendo a todos a mi alrededor vivir sus vidas mientras mi cuerpo se deteriora lentamente en una camilla de hospital. Intento evitar la habitación de mis padres, pues oigo a mi madre llorar en su interior. A veces… hasta duerme en mi habitación como si eso la aproximase a mí. Mi padre ni siquiera sabe cómo comportarse con ella. ¡Si sólo hubiera algo que le quitase un poco ese sufrimiento que soporta!
Naruto se levanta de mi lado y empieza a caminar por el patio para ir al ala este donde se encuentra el salón y la cocina. Le observo y pienso que es posible… es posible que ese chico pueda animar ligeramente a mi madre y esa idea me hace resoplar.
-        Si no vas a dormir… y vas a preparar algo de pan… ¿Puedo… acompañarte? – le pregunto un poco cohibido por mi actitud.
-        Claro – me sonríe.
Me levanto de las maderas del puente para seguirle en silencio. Es cierto que siento que es un incordio, pero también es el único que me aleja de la soledad, porque sólo con él puedo hablar y relacionarme, es mi única conexión a este mundo que me ignora.
-        ¿Sabes si tiene tu familia alguna alergia?
-        No tienen nada – le digo al sentarme sobre la encimera de la isla en la cocina.
Naruto va abriendo cajón a cajón, el frigorífico y lentamente, va colocando ingredientes a mi lado a medida que los va encontrando. Le veo sacar unos plátanos del frutero y unas nueves de uno de los armarios, lo cual me extraña.
-        ¿Qué vas a preparar?
-        Pan de plátano y nueces – me dice con una sonrisa.
-        Nunca he escuchado nada así.
-        Por eso nuestra panadería es famosa, nuestros panes son diferentes. Te dejaré probarlo, tranquilo. Vas a chuparte los dedos.
-        Naruto…
-        ¿Es que no me crees? Cocino muy bien y todas mis especialidades se acaban siempre.
-        Naruto… - le repito para que me mire. Intento coger una manzana y nada sucede, por lo que parece darse cuenta en ese instante de que jamás podré probar nada de lo que él haga.
-        Lo… lo siento. Lo dije sin pensar.
-        Da igual. Seguro que a mi familia le gusta.
Se ha quedado inmóvil y no sé muy bien cómo asimilar aquello. Quizá le ha afectado un poco o siente pena por mí. Soy consciente de todas las cosas que voy a perder en mi vida, todas las experiencias, pero creo que él aún no se hace una idea exacta de todo lo que jamás podré hacer.
-        El rodillo está en este cajón – le comento para sacarle de ese trance.
Abro un poco las piernas para enseñarle el cajón debajo de mí. Parece reaccionar ante mis palabras y se acerca para abrir el cajón y sacar el rodillo. Coge el saco de harina de fuerza a mi lado y empieza a expandir un poco sobre la gran tabla antes de ponerse a hacer la masa.
Al menos, verle batir los ingredientes y machacar los plátanos me mantiene entretenido. De vez en cuando me pregunta dónde está algún utensilio, pero es lo normal cuando no se conoce la cocina. Tampoco es que yo haya estado mucho por aquí… mi madre suele cocinar sola.
-        Creo que tiene que haber algunos moldes en los armarios de abajo – le digo al ver cómo está terminando la mezcla.
-        Voy a tener que hacerme con unos moldes de silicona – me sonríe al ver las bandejas rígidas – intentaré que no se pegue mucho.
Busca mantequilla en el interior de la nevera para untar los moldes, pero yo sigo en mi posición, observando cómo trabaja en silencio. Parece que será una larga noche, pero él está decidido a preparar varios tipos de pan. Lo sé cuando veo cómo mete la masa en el molde y empieza a preparar otro pan, esta vez un “trenzado de albahaca” o así lo llama él. Creo que duda sobre si el primero gustará o no, por eso está haciendo varios diferentes.
-        Sasuke…
-        ¿Qué? – pregunto confuso al ver cómo se ha callado.
-        ¿Cómo era el último año de instituto? – me pregunta algo sonrojado.
-        Como todos los demás – sonrío - ¿Por qué?
-        Es que… he conocido a muchos que se agobiaban por las notas, todos preocupados de los exámenes de ingreso a la universidad y…
-        Mis notas eran muy buenas, no me preocupaba mucho por ello. Se me daba bien estudiar. ¿No vas al instituto?
-        No. Lo dejé el año pasado. Iba a cumplir los dieciocho años y el orfanato ya no podría hacerse cargo de mí, necesitaba un trabajo y sacar dinero para vivir, así que no podía ir a clases.
-        ¿Querías ir a la universidad?
-        Supongo que me habría gustado – dice amasando – pero… no se me daban bien los estudios. Odio los exámenes – sonríe – sin embargo, se me dan muy bien las tareas manuales, como cocinar o arreglar cosas. Dicen que el último año aunque se estudia mucho para los exámenes, también es especial.
-        No lo sé, yo sólo estudio – le aclaro.
-        ¿No quedabas con los amigos para ir al karaoke o cosas así?
-        ¡Dios! ¡No! – le digo casi abochornado – odio cantar, de hecho, canto como si hubieran atropellado a un gato.
Eso le hace sonreír por algún motivo y su sonrisa es contagiosa, tanto, que acabo sonriendo yo también. Naruto tiene algo especial que no se ve a simple vista, algo que tampoco estoy dispuesto a decirle a él, pero me siento cómodo a su lado.
-        No se me da bien hacer amigos – le confieso – nunca he sido muy sociable precisamente y… supongo que soy un poco tímido, así que me da miedo hacer el ridículo, lo que me impide ser gracioso con el resto de la gente. Me ven demasiado serio y nadie quiere estar con una persona así, eso es lo que creo. Así que decidí que no me hacían falta, sólo tenía que estudiar y ser alguien en la vida. Me exigieron ser perfecto y eso es lo que siempre he intentado ser. Los últimos meses, me di cuenta de que jamás sería suficiente para mi padre, él nunca me diría que estaba orgulloso de mí, así que decidí hacer algunas locuras para ver si realmente… no sé… al menos me reñía – sonrío – una bronca me habría indicado que se preocupaba por mí, no sé, parece estúpido ahora.
-        No lo es. Yo me metía en muchos problemas en el instituto, no tenía padres, ni nadie que se preocupase por mí, así que pensaba que quizá… haciendo trastadas a alguien le importaría y me diría que dejase de hacerlo. Al principio cuando las familias me acogían, me sentía feliz, intentaba ser el hijo perfecto pero… al final siempre había algo por lo que echarme la culpa, algo por lo que no les gustaba, generalmente lo malo que era para los estudios – sonríe con cierta tristeza – creo que todos sabían que jamás llegaría a la universidad y me devolvían.
-        Lamento escuchar eso. Algunas personas son muy superficiales. Puede que hasta yo haya llegado a ser algo superficial con el tiempo.
-        Vaya, si estás despierto – escuchamos la voz de Mikoto por el pasillo, lo que nos hace darnos cuenta de que ya estaba amaneciendo – iba a preparar los desayunos, Fugaku tiene hoy una importante reunión e Itachi clases en la universidad.
-        No podía dormir, creí que no le importaría si preparaba algo de pan.
-        Tiene muy buena pinta – comenta Mikoto al verlo a través del cristal iluminado del horno – seguro que debe estar muy bueno, muchas gracias – sonríe con dulzura.
Naruto se dispone a sacar los panes del horno cuando le llamo con preocupación al ver a mi madre traer mis pantalones y empezar a darle la vuelta a los bolsillos. Sé que en el de atrás tengo la mariguana que Suigetsu me dio y que no pensaba utilizar, pero sigue allí porque no me dio tiempo a deshacerme de ella antes del atraco. Naruto se da cuenta entonces, pero cuando camina hacia Mikoto, mi madre ya tiene la hierba entre sus dedos.
-        ¿Y esto? – pregunta alarmada.
-        Eso… - susurra Naruto.
-        No lo hagas – veo lo que intenta por cómo traga hondo – deja que crea que es mío, deja el tema.
¡Idiota! Eso es lo que soy, soy un idiota porque sé que él va a mentir y ahora no quiero que lo haga pese a que al principio quería que me ayudase. Sé la verdad sobre él, sé lo que más miedo le da, que le echen de las familias porque es lo que siempre hacen, lo echarán si me cubre y lo sé.
-        A mí no pueden echarme, Naruto, soy su hijo, déjalo – casi le suplico.
-        Es mío – dice él – lo siento mucho, el barrio donde vivo no es nada bueno y unos chicos me obligaron a comprarlo, tenía miedo que me hicieran algo así que sólo… iba a deshacerme de ello, pero había quedado con Sasuke. Cuando lo vio, se enfadó mucho conmigo y dijo que lo guardaría él hasta que pudiera deshacerse de ello, lo siento de verdad, es mi culpa. Recogeré mis cosas ahora mismo y me iré…
-        Idiota – le grito, sin embargo, mi madre sonríe al ver cómo Naruto hace una reverencia frente a ella y se disculpa, parece que se ha creído su versión.
-        Haremos una cosa ¿Vale? Voy a tirar esto y nos olvidaremos del tema, ¿de acuerdo? No diremos nada, pero no vuelvas a comprar nada así. Si tienes problemas, dímelo la próxima vez.
-        Sí, lo siento mucho – se sonroja Naruto y me sorprendo al ver la dulzura con la que mi madre siempre trata todos los temas.
-        Ahora, probemos esos panes, deben estar deliciosos.